Federico García Lorca
ROMANCE DE LA PENA NEGRA
Las piquetas de los gallos
cavan buscando la aurora,
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.
Cobre amarillo, su carne,
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados sus pechos,
gimen canciones redondas.
Soledad, ¿por quién preguntas
sin compaña y a estas horas?
Pregunte por quien pregunte,
dime: ¿a ti qué se te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegría y mi persona.
Soledad de mis pesares,
caballo que se desboca,
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas.
No me recuerdes el mar,
que la pena negra, brota
en las tierras de aceituna
bajo el rumor de las hojas.
¡Soledad, qué pena tienes!
¡Qué pena tan lastimosa!
Lloras zumo de limón
agrio de espera y de boca.
¡Qué pena tan grande! Corro
mi casa como una loca,
mis dos trenzas por el suelo,
de la cocina a la alcoba.
¡Qué pena! Me estoy poniendo
de azabache carne y ropa.
¡Ay, mis camisas de hilo!
¡Ay, mis muslos de amapola!
Soledad: lava tu cuerpo
con agua de las alondras,
y deja tu corazón
en paz, Soledad Montoya.
*
Por abajo canta el río:
volante de cielo y hojas.
Con flores de calabaza,
la nueva luz se corona.
¡Oh pena de los gitanos!
Pena limpia y siempre sola.
¡Oh pena de cauce oculto
y madrugada remota!
I) Breve
biografía del autor
Federico García
Lorca nació en Fuentevaqueros (Granada) en 1898. Y es aquí, en Granada,
donde comienza sus estudios de Música, Derecho y Letras, que proseguirá en
Madrid. En la capital residirá en la Residencia de Estudiantes, donde se
relacionará con poetas y artistas que formarán parte de la Generación del
27.
Entre 1929 y
1930 va como becario a Nueva York, experiencia que influirá decisivamente en
su trayectoria poética, llegando a componer su famosa obra Poeta en Nueva
York. A su regreso, concretamente en 1932, funda la compañía de teatro La
Barraca, y sus éxitos despiertan admiración y odios a la vez. Muere
asesinado en 1936, y su muerte se convierte en uno de los episodios más
polémicos y famosos de la Guerra Civil española.
Su personalidad
nos revela a un hombre de gran simpatía y vitalidad, por un lado, y de
íntimo malestar y “dolor de vivir”, por el otro. Estas antitéticas facetas
se manifiestan en su obra, donde nos encontramos, tanto manifestaciones de
gracia bulliciosa como un elemento obsesivo central: el tema del destino
trágico y la frustración.
Federico García Lorca se encuadra dentro del movimiento creado por la
Generación del 27, y toma de él gran parte de su estilo. Este grupo se llamó
así para conmemorar el tricentenario de la muerte de Góngora que, como
veremos, influirá decisivamente en la obra lorquiana.
Entre otras
características, cabe destacar el gusto por lo culto y lo popular, así como
una profunda admiración por las corrientes poéticas primitivas (como es el
caso del romance, reflejado en este poema). A esta influencia popular se le
conoce con el nombre de neopopularismo. Pero también sería curioso resaltar
el gusto por las corrientes más nuevas, procedentes de Europa (futurismo,
dadaísmo, ultraísmo...) en contraposición con lo antes comentado: el estilo
de la Generación del 27 abarcaría desde los poetas primitivos hasta los
europeos más actuales. Y es en esta línea donde descansa la poesía de Lorca,
concretándonos en ese gusto por lo culto y popular en este “Romance de la
pena negra”, poema característico del Romancero
Gitano.
II) Visión general del Romancero
Gitano
Fue publicado en
1928, pero escrito entre 1924 y 1927. Su publicación alcanza un éxito
resonante. La primera mención que tenemos de la idea de un romancero gitano
hecho por Lorca se halla en una carta a Melchor Fernández Almagro, íntimo
amigo del poeta, fechada en Granada, el día 1 de julio de 1922, y que nos
parece un interesante testimonio para saber las motivaciones que llevaron a
Lorca a crear esta obra:
«Quiero hacer
este verano una obra serena y quieta; pienso construir varios romances con
lagunas, romances con montañas, romances con estrellas; una obra misteriosa
y clara, que sea como una flor (arbitraria y perfecta como una flor): ¡toda
perfume! Quiero sacar de la sombra a algunas niñas árabes que jugarían por
esos pueblos y perder en mis bosquecillos líricos a las figuras ideales de
los romancillos anónimos. Figúrate un romance que en vez de lagunas tenga
“cielos”. ¿Hay nada más emocionante? Este verano, si Dios me ayuda con sus
palomitas, haré una obra popular y andalucísima. Voy a viajar un poco por
estos pueblos maravillosos, cuyos castillos, cuyas personas parece que nunca
han existido para los poetas y... ¡¡Basta ya de Castilla!!»
García Lorca fue una persona dedicada a la comprensión
de los perseguidos: gitanos, negros, judíos... Aunque esto supusiera un
peligro evidente, ya que muchos de sus enemigos lo llegaron a tachar de
gitano y judío, acusaciones a las que Lorca se opuso tajantemente.
En cuanto al
personaje central del Romancero Gitano, el gitano, Lorca lo eleva a
la altura de un mito moderno parejo a los clásicos. Se mueven al margen de
un mundo hostil, marcados por la frustración y la muerte (no sólo física,
como veremos). El poeta proyecta sobre estos personajes sus grandes
obsesiones, como veremos en el “Romance de la pena negra”, que es, según el
propio Lorca, el poema más representativo del libro, porque fusiona los dos
temas centrales: amor y muerte.
Por último,
habría que acabar aludiendo al estilo que se emplea en todos sus romances,
sembrados de “metáforas audaces”, muy del estilo gongorino, como más tarde
podremos comprobar.
III) “Romance de la pena negra”
1)- Razones y orígenes del poema
Existe, como
primer testimonio, un manuscrito con fecha del 30 de julio de 1924. En una
carta a su amigo Melchor Fernández Almagro, fechada en enero de 1926, lo
titula “Romance de la pena negra en Jaén” (como se puede comprobar en el
poema al aludir a las tierras de aceituna, en el verso 21).
El poema está
dedicado a José Navarro Pardo, conocido arabista de la Universidad de
Granada y miembro del grupo, junto con Lorca, que dio vida a la revista
literaria Gallo.
Como
característica propia de la Generación del 27, podemos destacar esa fusión
por lo culto y popular y esa búsqueda de la raigambre del pueblo. Podríamos
decir que este poema representa el movimiento “neopopularista” que practican
algunos autores de este grupo y que nos sitúa en los temas y estéticas de la
primitiva poesía española.
En esta
composición se nos relata las consecuencias que sufre la gitana Soledad
Montoya tras una espera trágica durante toda la noche. Estas consecuencias
se pueden reducir en una sola: la Pena (con mayúscula). Esta Pena que siente
la protagonista es el dolor de los gitanos.
Según el propio Lorca: «En el
Romancero Gitano hay un solo personaje, que es la Pena, que se filtra
por el tuétano de los huesos». Pero al mismo tiempo, Soledad Montoya es una
alegoría de la Pena: «La mujer en el cante jondo se llama Pena (...). En las
coplas la Pena se hace carne, toma forma humana y se acusa con una línea
definida. Es una muchacha morena que quiere y no quiere porque puede querer»
2) Género, estilo y aspectos formales
Federico García
Lorca pretende fundir el romance narrativo con el lírico, sin pérdida de la
calidad y sin caer en la técnica de los poemas épicos. Y para ello elige el
estilo gongorino, sobre el que da una conferencia en 1927, con motivo del
tercer centenario de la muerte de Góngora, a sus compañeros de Residencia:
«Góngora tuvo un
problema en su vida poética y lo resolvió. Hasta entonces la empresa se
tenía por irrealizable. Y es: hacer un gran poema lírico para oponerlo a los
grandes poemas épicos que se cuentan por docenas. Pero, ¿cómo mantener una
tensión lírica pura durante largos escuadrones de versos? ¿Y cómo hacerlo
sin narración? Si le daba a la narración, a la anécdota toda su importancia,
se le convertía en épica al menor descuido. Y si no narraba nada, el poema
se rompía por mil partes sin unidad, ni sentido. Góngora entonces elige su
narración y la cubre de metáforas. Ya es difícil encontrarla. Está
transformada. La narración es como un esqueleto del poema, envuelto en la
carne magnífica de las imágenes».
En este sentido,
Lorca emplea lo que él llama el “medio tono”, característica muy típica de
la canción popular y tradicional, que consiste en la mención indirecta, con
símbolos elementales o sin ellos. Esta mención indirecta y por sugestiones
es una constante del habla popular, sobre todo en Andalucía. Lorca lo usa
con frecuencia y es lo que podríamos denominar “parábola”. Ya hablaremos de
ello más adelante.
En cuanto a su estructura, todo el romance se compone de
rápidos diálogos sin “verba dicendi” entre Soledad Montoya y un innominado
interlocutor, típico en muchos romances tradicionales. Es decir, tenemos,
por un lado, el personaje de la gitana, que es la voz del pueblo gitano y
una alegoría de esa Pena a la que antes aludíamos; y por otro lado tenemos
al interlocutor que juega un doble papel: el de narrador y el de consolador
y consejero.
Es interesante referirnos a la métrica brevemente, ya que,
como en los romances primitivos, en este caso nos encontramos con una
composición cuya medida responde al popular octosílabo, que es el metro más
característico del español ya que es el más adecuado a su cadena fónica. En
todos los versos nos encontramos con una medida perfecta.
La rima que se
nos presenta es la típica de los romances, es decir, rima asonante entre los
versos pares, quedando libres los impares. Esta rima se produce por las
vocales “o - a”. Y en cuanto a la estructuración estrófica, ésta se produce
por fenómenos sintácticos, es decir, podemos observar que las oraciones
tienden a agruparse de cuatro en cuatro versos, produciendo el efecto de que
el romance está agrupado en cuartetas.
3) Estudio del tratamiento de la personificación y
significado de la obra en relación con el mundo gitano y aspectos
biográficos del autor.
La historia que se relata está envuelta en una serie de
metáforas audaces propias del estilo gongorino. Esto provoca el efecto de
estar ante una composición lírica, aunque en realidad se esté relatando una
historia, es decir, nos encontramos con un poema narrativo.
En los primeros
cuatro versos, nos sumergimos en un ambiente de claroscuro, que no nos va a
dejar a lo largo de todo el poema. Este claroscuro nos da la sensación de
incertidumbre, de desasosiego. La espera de Soledad Montoya, que ha durado
hasta la madrugada, parece no tener término. A la negrura de la noche le
sigue el alba con una penosa búsqueda de la luz: los cantos de los gallos
son como piquetas que cavan en la oscuridad para sacar el sol: cavan
buscando la aurora.
Los dos versos siguientes nos muestran un lenguaje
directo que contrasta con la metáfora anterior y en los que destaca una
paronomasia en los vocablos monte - Montoya. Para Lorca el monte
oscuro puede significar un Calvario de sufrimiento y por ese motivo
atribuye este apellido a su personaje, para identificarla aún más con la
Pena, además de resultarnos curioso el nombre de Soledad, como adivinador de
su futuro; pero por otro lado, Soledad Montoya resultó ser una gitana que
vivía en la Sierra de Jaén y de la que el poeta había oído hablar desde su
infancia, por lo tanto, tenemos estos dos argumentos para caracterizar a la
protagonista. Para acabar esta primera “estrofa”, querríamos destacar el
hecho de que la gitana “baje por el monte oscuro”, ya que esto nos da un
adelanto del itinerario descendente y deterioro que sufrirá la mujer a lo
largo del poema.
Los siguientes
cuatro versos nos detienen ante una espléndida descripción de la gitana.
Dominan los rasgos sensoriales y a través de descripciones físicas
conseguimos tener una idea de lo que realmente ocurre en su alma. Así,
cuando leemos cobre amarillo nos hacemos una idea de que su piel
morena está pálida por el sufrimiento, y ese olor a caballo y a sombra
nos muestra, por un lado ese deseo de tener a un hombre y por el otro la
muerte psíquica que se irá produciendo conforme avancemos en el análisis
estilístico de la historia. El uso de los vocablos yunques y cobre
nos sitúa ante un ambiente puramente gitano, ya que siempre se ha
identificado al gitano con la profesión ejercida en la fragua. Otro punto
que también habría que destacar es la mención a los yunques ahumados,
en la que vemos una posible alusión al martinete, que es una variante
de la siguiriya gitana. En una conferencia pronunciada en 1922 sobre
el cante jondo, García Lorca definió el martinete:
«En la cárcel
nacen la playera o plañidera, característica de ese fecundo penal de
Cartagena, y el martinete propiamente gitano. Estos cantes se dicen sin
guitarra, tienen un ritmo de martillo en la fragua o el golpe de la mano
contra la madera. Son las canciones más impresionantes del cante jondo por
su desolada pureza y su simple sinceridad amarguísima».
Además de esto,
tendríamos que destacar el hecho de que los yunques sean ahumados,
es decir, de un color oscuro propio de esa tristeza o “muerte en vida” que
está sintiendo la gitana. Al finalizar esta descripción hay una preciosa
hipálage o desplazamiento calificativo al atribuir la característica de
redondas a las canciones, en lugar de a los pechos.
Los versos que
siguen a continuación (9-14) cambian el tono de la narración para comenzar
un diálogo entre Soledad Montoya y el innominado interlocutor al que
aludíamos más arriba y que identificaremos con el propio poeta. Este diálogo
se desarrolla a lo largo del poema sin “verba dicendi”. En esta intervención
del poeta habría que destacar, por un lado el tono compasivo que emplea al
decir sin compaña, aunque por otro lado observamos un cierto tono de
reproche: a estas horas. La intervención de la protagonista está
cargada de despecho y un cierto orgullo, como queriendo disimular la
“vergüenza” a la que se ha visto sometida durante largas horas de espera.
Sin embargo habría que comentar los versos 13 y 14 que son, según nos
parecen, la clave de todo el poema, e incluso de todo el Romancero
Gitano. En este libro, Lorca pretende exaltar la dignidad del pueblo
gitano, que vive atormentado por esta Pena que es, según el poeta, «una pena
sin nombre, cuya causa no se dice» (vengo a buscar lo que busco),
pero que lucha por mantener esas ansias de vivir que caracteriza a esta
raza. Esa búsqueda de Soledad Montoya se refiere a su propia apetencia
sexual (mi alegría) y a la plenitud de su vida y de su nombre
(mi persona). Esta búsqueda responde a una clara alusión al poeta,
que debido a su homosexualidad se vio marginado y rechazado por una sociedad
que no le aceptó, en muchos casos, tal y como él era. Vemos, en este sentido
una identificación con las clases más marginadas y degradadas.
El poeta hace
ahora su reaparición con unos versos que expresan un tono compasivo, en los
que advierte sobre los efectos del amor, pasión destructora (caballo que
se desboca) que conduce a una muerte psíquica (se lo tragan las olas).
En estos versos vemos una mención indirecta y por sugestiones, es decir, el
“medio tono” al que nos referimos antes. De nuevo habría que destacar el uso
del caballo, en una metáfora aposicional, como palabra clave dentro
de la poética de Lorca. La mar es otra palabra clave dentro de la
literatura en general, y se puede identificar con las lágrimas salobres, es
decir, de nuevo tenemos el tema de la Pena.
Una nueva
actuación de Soledad Montoya nos mantiene en el “medio tono” en el que nos
podemos encontrar dos interpretaciones:
1) que no es
necesario pensar en el mar, porque tierras adentro, bajo el rumor de las
hojas, también ahoga la Pena. En este caso consideramos al mar como un
sustituto de la muerte, con el mismo significado que en los versos
anteriores y en contraposición con la tierra, cuyo significado mitológico
responde a la fertilidad, a la vida;
2) que no le
haga recordar el mar, como sustituto de la pasión (mar en constante
movimiento, que produce vida y provoca inquietud), porque si se acuerda de
esa pasión que no ha llegado a consumar acabará sumida en la pena negra.
Siguiendo con
esta “estrofa”, habría que resaltar el realismo geográfico que empaña toda
la obra de Lorca, un realismo que le hace nombrar constantemente regiones y
localidades de Andalucía. Así, las tierras de aceituna nos remiten a
Jaén, y a ese inicial deseo de llamar a este poema “Romance de la pena negra
en Jaén”, según la carta dirigida por el poeta a Melchor Fernández Almagro,
que comentamos más arriba.
En los
siguientes cuatro versos nos encontramos de nuevo con un tono compasivo
fortalecido con interjecciones y que nos sitúa ante un dolor profundo, como
si el poeta quisiera que nosotros también sintamos esa Pena, que debe bañar
a la gitana, al interlocutor y a nosotros mismos. De hecho, la alusión al
limón da una nota de acritud y amargura, ya que la Pena que abruma al
personaje brota al exterior en un llanto amargo que mueve a compasión.
También notamos un cromatismo característico del amanecer (amarillo) que ya
se va acercando. No está muy clara la unión copulativa que existe entre
espera y boca por ser dos sustantivos que no guardan relación entre sí.
Sin embargo podemos interpretarlo como la “espera agria” que ha sufrido
Soledad Montoya durante la pasada noche, y una alusión sexual, ya que el
vocablo boca tiene connotaciones de este tipo, además de que es en
este órgano donde se siente la acritud y la amargura de un fruto como es el
limón.
Los versos que
siguen a continuación son de una gran fuerza sensorial y afectiva, y nos
sitúan ante la réplica más larga de Soledad Montoya, ya que en ellos vemos
el clímax de su estado de ánimo. Esta Pena se manifiesta en una agitación de
movimientos de mujer enloquecida. Podemos destacar el tono narrativo y el
lenguaje claro y directo, falto de las metáforas que nos han ido acompañando
durante todo el comentario. La alusión a las trenzas por el suelo nos
sitúa ante una característica propia de la mujer que se nos presenta en los
romances y canciones populares: una mujer decente debía llevar el pelo
recogido, porque la que lo llevaba desordenado y suelto pretendía satisfacer
sus deseos sexuales. Como muestra de esto, nos remitimos a la obra teatral
de Lorca La casa de Bernarda Alba, en la que Adela aparece un poco
despeinada tras haber tenido un encuentro amoroso con Pepe el Romano, su
amante.
No habría que olvidar el azabache como un vocablo que expresa
una metamorfosis en la gitana, cosa que también se produce en el paisaje,
atendiendo a ese ambiente claroscuro con el que empezamos el poema, y que no
nos dejará hasta el final. Volviendo a esa transformación que se produce en
Soledad Montoya, encontramos cómo su piel se ha tornado de “amarilla” (verso
5) a “azabache” (verso 32). Hay rasgos sensuales que también se han
metamorfoseado. La gitana añora y recuerda que sus “muslos eran de amapola”
(verso 34), sin embargo sus pechos ahora son ahumados (verso 7). Otra
alusión sexual la podemos encontrar en el recuerdo de las camisas,
que también se transforman de un color claro (de hilo) al azabache.
Y siguiendo con el color negro, el poeta quiere hacer referencia al luto,
costumbre muy popular que se llevaba (y aún hoy se sigue practicando de
manera minoritaria) con la muerte de algún familiar, como muestra de dolr
por su pérdida. Con esto se nos sitúa ante una muerte psíquica que quiere
identificarse con una muerte física. Al igual que en la descripción de la
gitana (versos 5 al 8), vemos rasgos físicos de una muerte que es
espiritual. Las interjeciones de la gitana (versos 33 y 34) nos muestran el
dolor que siente ella por esa falta de erotismo en su vida con dos vocablos
muy sensuales, como dijimos anteriormente: camisas y muslos.
Observamos además el fuerte cromatismo que nos acompaña. Durante el
Romancero Gitano tenemos una importante referencia al negro, blanco y
verde.
Sin embargo, en el “Romance de la pena negra” se nos habla del negro
y del amarillo constantemente (debido al claroscuro del ambiente en el que
se desarrolla la historia) pero de una manera indirecta: ahumados,
azabache, limón, flores de calabaza, y también tenemos el color rojo,
como principal representante de la pasión y el amor, con las palabras
amapola y cobre.
Con estos versos
concluye la actuación de Soledad Montoya y comienza un consejo que el poeta
le da para que no siga sufriendo esa Pena: debe satisfacer sus instintos y
pasiones y no dejarse llevar por sus sentimientos.
Con el agua de las
alondras, es decir, con el rocío, que es un agua purísima que nos sitúa
en el amanecer del día, se invita a la gitana a que se funda con la
Naturaleza y desprecie todo sentimiento humano. Esta fusión del amor natural
es también muy típica de la poesía tradicional.
Con los
siguientes versos nos encontramos un cambio radical de tono: ahora es
meramente descriptivo, lo que nos da una idea del paisaje en el que nos
encontramos. La metáfora aposicional volante de cielo y hojas nos
sitúa ante un río que remata, como un volante remata las faldas de las
gitanas, la falda de la montaña.
Podemos observar una característica propia
de la pintura impresionista al describir el río como un espejo en el que se
reflejan los árboles y el cielo, y esto nos situaría ante la doble tendencia
que caracteriza a la Generación del 27: neopopularista, por un lado, e
influenciable por las últimas tendencias europeas, por el otro.
Las
flores de calabaza nos sitúan de nuevo ante ese cromatismo que
caracteriza la metamorfosis que va experimentando el día: de una oscuridad
nocturna pasa a una claridad matutina. Las referencias a las flores del
campo (amapolas y flores de calabaza) nos dan una idea de esa
inclinación del poeta hacia lo natural, lo salvaje e instintivo, frente a la
idea de jardín como espacio artificial y cuidado por el hombre.
Con los cuatro
últimos versos se hace una especie de resumen de lo que se ha pretendido
hacer con el poema: el interlocutor parece declarar en estos versos el
misterioso dolor del gitano, conjeturando una posible conciliación entre el
Amor y la Muerte, durante el proceso iniciado con el largo y difícil
itinerario que se abrió con las piquetas de los gallos / cavan buscando
la aurora y que se cierra con la madrugada remota. Se alude a la
pena limpia y siempre sola que se refiere al miedo ancestral del
gitano acumulado a través de siglos de represión. El cauce oculto nos
sitúa ante esa misteriosa Pena que es la protagonista central, no ya del
“Romance de la pena negra”, sino también de todo el Romancero Gitano.
Y decimos que es misteriosa porque no se sabe la causa de ese intenso dolor.
A pesar de ser el protagonista principal, no se dice nunca en qué consiste
ni cuál es el motivo que lo provoca. Así la definió el propio Lorca en una
conferencia - recital sobre el Romancero Gitano, de 1935:
«La Pena de
Soledad Montoya es la raiz del pueblo andaluz. No es angustia, porque con
pena se puede sonreír, ni es un dolor que ciega, puesto que jamás produce
llanto; es un ansia sin objeto, es un amor agudo a nada...»
El sintagma
madrugada remota nos recuerda el origen de los gitanos, que se sitúa en
lejanos países y en una época ancestral. Además, con madrugada de nuevo
tenemos esa sensación de claroscuro con un intenso sentido simbólico que nos
deja como al principio: en medio de un ambiente cargado de desasosiego e
incertidumbre.
IV) Conclusión
Lo que más nos
ha llamado la atención ha sido la maravillosa destreza a la hora de componer
un poema narrativo de manera lírica, que es, a nuestro modo de ver, una
tarea complicada, sin caer en la creación de una obra épica. Además, este
rasgo nos ha ayudado a comprender mejor la poética de Góngora y su estilo.
Es una forma muy bella de componer y relatar una historia, aunque esto haga
muy complicado desentrañar la trama que se relata, pero que se puede intuir
tras un detallado estudio de la obra en su conjunto, el Romancero Gitano.
Otro problema que hemos comprobado es que, al no estar claramente expuesto
el asunto, nos encontramos con varias interpretaciones acerca del mismo, con
lo que hemos decidido exponer nuestras impresiones personales, siempre
después de consultar libros especializados en poesía lorquiana.
Otro punto que
nos ha impactado ha sido el profundo conocimiento de Lorca sobre temas de la
vida y el mundo gitano, destacando ante todo sus conocimientos del cante
jondo, ya que los plasma en sus poemas, de tal manera que si el lector no
está familiarizado con ciertos temas referentes a este campo, no podrá sacar
el máximo jugo en cuanto a metáforas e imágenes. Ponemos como ejemplo la
fabulosa metáfora de yunques ahumados sus pechos / gimen canciones
redondas, referida al martinete.
También es de admirar la profunda
exaltación y defensa a la raza gitana en una época tan difícil y represiva,
como fue la de pre - guerra civil.
En cuanto al
estilo, y a pesar de la complicación de sus metáforas, éstas las hace con un
lenguaje claro, sin argots ni vocablos de difícil significado, lo que nos ha
facilitado bastante la dura labor de saber qué se nos relataba.
Eje temático :
El destino trágico de los
gitanos, marcado por la marginación y la frustración personal.
La compasión que esto provoca.
Contenido :
Federico García Lorca escribe
el discurso entre Soledad Montoya ( estereotipo de una gitana ) y una
persona que observando su anonimato podría ser cualquiera. La gitana llega
desde lo lejos, habla y se marcha. Pasa fugazmente, provocando un derroche
de metáforas y sugestiones sobre el destino y la sociedad gitana. Una joven,
un amor perdido, y una soledad profunda...
Forma :
Romance tradicional.
Octosílabos que riman en
asonante los versos pares.
Estructura:
Versos
1- 8 Introducción: descripción
de Soledad Montoya.
9- 38 Diálogo compasivo entre
alguien y la gitana.
39- 45 Conclusión : Contraste
de dos mundos.
Palabras claves:
Todas las referentes al mundo
de los gitanos:
Versos
-
Cobre : Federico considera la raza gitana noble y antigua. El cobre presenta el aspecto del oro desgastado.
-
Yunques
-
Canciones
-
Tierras de aceituna
40 Volante : metáfora con la
falda andaluza.
Y las palabras dotadas de un
gran simbolismo por parte de Federico:
Soledad Montoya :
personificación de la pena
Caballo : significa vida,
energía.
Mar : El agua parada significa
muerte o enfermedad.
Recursos literarios.
Introducción :
Versos :
1- 2 Bellísima metáfora: se
identifica el término real: gallo, con el irreal: piquetas. Los cantos de
los gallos son como piquetas que cavan en la oscuridad como para sacar el
sol.
4 Soledad Montoya : Se constata
cómo, a lo largo de la poesía, este nombre está continuamente relacionado
con la palabra “pena” ( 8 veces repetida ).
5- 8 Descripción física de la
gitana. Sonoridad rítmica. Sensibilidad portentosa:
Cobre amarillo - referencia a
la vista
Huele a caballo - referencia al
olor
Yunques redondos - referencia
al tacto
Ahumados pechos - referencia al
gusto
Gimen canciones - referencia al
oído
Desplazamiento calificativo:
Canciones redondas por
Yunques redondos y ahumados son
sus pechos.
Diálogo :
9- 10 Primera intervención
compasiva
11 Soledad muestra cierta
agresión esquiva.
12 “¿Qué se te importa?”
vulgarismo del Sur
13- 14 CENTRO : Anhelos
fundamentales de los personajes lorquianos: Alegría y total personalidad..
15- 22 Obsérvese como existe
una repetición de las palabras caballo y mar, a lo largo de toda la poesía,
que se van cargando poco a poco de un significado más profundo y
sobrecogedor.
6 Caballo indica vitalidad
16 Se precisa un caballo
desbocado: pasión desbocada, indecente, desvergonzada.
17 Este caballo acaba
encontrando la Mar, es decir, la muerte.
19 El Mar es algo más que la
muerte. Se encuentra una cierta relación de sexualidad cuando se habla de
las tierras de aceituna. Probablemente haya sido un Amor perdido lo que
Soledad añora. Con ello, una tremenda Frustración erótica : “que la pena
negra brota
en las tierras de aceituna
bajo el rumor de las hojas”
23- 24 Nueva tanda de
Compasión.
Comienza una serie de Anáforas
23- 24- 27- 31 ¡ Qué pena ....
25- 26 Metáfora audaz : El
ácido zumo del limón sabe más agrio con la espera. Su vida está empapada de
angustias, con nada que endulzar su boca. Hipótesis confirmada, ha perdido a
su novio.
27- 30 Gradación del deterioro
de la gitana.
Como una loca : deterioro
mental
Dos trenzas por el suelo :
deterioro físico
Corre de la cocina a la alcoba:
deterioro emocional ( sentimental ).
31- 34 Nostalgia por tiempos
mejores:
“Me estoy poniendo de azabache”
: Variedad de lignito, dura, compacta. De color negro y susceptible de
pulimento. Se emplea como adorno en collares, pendientes, etc, y para hacer
esculturas.
Soledad está ennegreciendo por
el paso del tiempo. Siente que su carne y su ropa empiezan a tener la mera
funcionalidad decorativa. Frustración erótica.
Paralelismo : ¡ Ay mis..... .
Evidente Nostalgia
Repetición : 32 Carne y ropa
33 Camisa de hilo
34 Muslos de amapola Metáfora :
Muslos jóvenes, fértiles pero inútiles
35- 37 Recomendación por parte
del segundo personaje a modo de Metáfora
“Agua de las alondras” : el
rocío, agua purísima
Recomendación : Soledad,
comienza de nuevo y piensa en otras cosas.
Conclusión : Contraste de dos
mundos :
39- 42..... 43- 46. Frente a
ese mundo extasiado de felicidad, aparecen las profundas tristezas internas
de los marginados.
39- 42 Descripción deliciosa de
un paisaje andaluz.
40 Metáfora pura : volante : el
río remata la falda de la montaña como un volante remata una falda andaluza.
En el río se reflejan el cielo y los árboles.
Gran fuerza sensorial : se
apelan a todos los sentidos.
Canta el río : oído y tacto .
Ruido y frescor.
Con flores de calabaza : olfato
y gusto . La calabaza se cultiva por lo general en el Sur de España.
La nueva luz : vista.
43- 46
43- 45 Anáfora : “¡Oh pena...
43 Compasión.
44 ANTÍTESIS que expresa la
compasión del personaje, con relación a los versos centrales 13 y 14 de la
gitana.
“Mi alegría y mi persona”...... “Pena limpia y siempre sola”
Haga lo que haga, su destino
será el mismo, tan trágico y triste.
45- 46 Observemos la intensidad
de estos dos versos y recordemos una de las frases de Lorca: “hay un solo
personaje real, que es la pena que se filtra en el tuétano de los huesos”
Ese cauce oculto significa lo
más profundo de un ser. La madrugada remota, la felicidad perdida.